jueves, 1 de noviembre de 2007

Paradojas de nuestros tiempos.

Tenemos edificios más altos, pero templos más pequeños; autopistas más anchas, pero puntos de vista más estrechos; gastamos más dinero, y tenemos cada vez menos; compramos más, y disfrutamos menos.

Tenemos casas más grandes, y familias más pequeñas; cosas más convenientes, pero menos tiempo; más educación, y menos sentido; más conocimiento, y menos juicio; más expertos, y más problemas; más medicinas, y menos bienestar; Tomamos mucho, fumamos mucho, gastamos sin medida, reimos muy poco, manejamos muy rápido, nos enfurecemos demasiado rápido, nos acostamos muy tarde, nos levantamos muy cansados, casi no leemos, vemos demasiada TV.

Hemos ido y vuelto a la luna, pero no podemos cruzar la calle para conocer a un vecino; hemos conquistado el espacio exterior, pero no el interior, hacemos cosas más grandes, pero no mejores; hemos limpiado el aire, pero no al alma; hemos dividido al átomo, pero no a nuestros prejuicios; escribimos mucho, pero aprendemos poco; planeamos todo, pero no conseguimos casi nada.

Hemos aprendido a hacer las cosas más rápido, pero no a tener más paciencia; tenemos ganancias más altas, pero moral más baja; más alimento y menos paz.

Ahora tenemos ingresos conjuntos y más divorcios, casas más bellas, pero más hogares rotos.

Esta es la época de viajes rápidos, pañales desechables, moralidad en decadencia, pasiones de una noche, cuerpos con sobrepeso, pastillas que hacen todo, desde alegrarte, hasta calmarte y matarte.

Esta es la época donde tenemos todo en la exhibición y nada en el inventario.

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