Morimos de creer y no creer, de dormir sobre camas estrechas
o espaciosas, de combatir con el insomnio, de ver amanecer con
desaliento, de bailar, de llorar, de leer diarios y revistas, de
saludar a los vecinos y además de que éstos nos saluden. Nos
deterioran las ideas fijas, las preguntas que nos hacemos y que
nunca podemos respondernos, los inviernos tenaces, los
veranos tozudos, las ovaciones, los remordimientos, los
almanaques, los relojes, los amigos, los enemigos, las timideces,
las preocupaciones, las victorias y las derrotas, los soldados que
vuelven de la Guerra y los que no regresan y se quedan en las
trincheras con una bala en la cabeza.
Morimos de ser buenos, de ser malos, de fornicar, de cultivar
manzanas,de perdonar a veces y de que a veces nos perdonen, de
olfatear basureros y carroñas, de aspirar el perfume de la
petunias y los lirios, de construir el ocio ociosamente, de
convivir con los ayunos y con las abstinencias, de descubrir
inmensos continentes que ya están descubiertos, de pescar
truchas y mojarras, de sindicalizarnos y a la vez de no hacerlo, de
comprar lotería, de vender zanahorias y guitarras, de
familiarizarnos con los fusilamientos y los reinados de belleza.
o espaciosas, de combatir con el insomnio, de ver amanecer con
desaliento, de bailar, de llorar, de leer diarios y revistas, de
saludar a los vecinos y además de que éstos nos saluden. Nos
deterioran las ideas fijas, las preguntas que nos hacemos y que
nunca podemos respondernos, los inviernos tenaces, los
veranos tozudos, las ovaciones, los remordimientos, los
almanaques, los relojes, los amigos, los enemigos, las timideces,
las preocupaciones, las victorias y las derrotas, los soldados que
vuelven de la Guerra y los que no regresan y se quedan en las
trincheras con una bala en la cabeza.
Morimos de ser buenos, de ser malos, de fornicar, de cultivar
manzanas,de perdonar a veces y de que a veces nos perdonen, de
olfatear basureros y carroñas, de aspirar el perfume de la
petunias y los lirios, de construir el ocio ociosamente, de
convivir con los ayunos y con las abstinencias, de descubrir
inmensos continentes que ya están descubiertos, de pescar
truchas y mojarras, de sindicalizarnos y a la vez de no hacerlo, de
comprar lotería, de vender zanahorias y guitarras, de
familiarizarnos con los fusilamientos y los reinados de belleza.