miércoles, 4 de mayo de 2011

Soy de Chile!!

Hola soy de Chile; donde el clima se manda solo, donde las gaviotas son un premio, donde los perros venden gas, donde los patos promocionan créditos, donde los superhéroes lavan la loza, donde llueve en pleno verano, donde un sismo grado 7 Richter se llama "temblor", donde Facebook y Twitter están más actualizados que la Onemi y donde los chilenos de clase alta ganan sueldos "reguleques".

miércoles, 31 de marzo de 2010

En tu ventana.


Mi Corazón se salía de mi cuerpo.
No había en qué cuerpo ponerlo. Era tan grande, desordenado y rojo
que no cabía en ningún otro.
Por eso lo dejaron frente a tu ventana.

lunes, 29 de marzo de 2010

De qué otra forma quieres que te lo diga?

Frances: je t'aime beacoup
Holandes: ik houd van u
Sueco: jag alskar dig
Aleman: ich liebe sie
Portugues: eu amo voce
Ingles: i love you
Italiano: ti amo
Español: te kiero mucho
Albano: te dashuroj
Arabe: ana behibek
Checo: miluji te
Griego: s'ayapo
Irlandes: taim i' ngra leat

Como más quieres que te lo diga?

martes, 2 de junio de 2009

Cosas que no fui, no soy y no seré:

- Alpinista.
- Escribano.
- Estatua viviente.
- Sonámbulo.
- Sociologo.
- Fanático de la Fórmula 1.
- Diputado nacional.
- Rey Arturo.
- Medico.
- Deshollinador.
- Einstein.
- Bígamo.
- Héroe de guerra.
- Inteligente.
- Periodista.
- Embajador de Ghana.
- Charles Chaplin.
- "Personaje del año".
- Profesor de capoeira.
- Turco.
- Pez globo.
- Presidente.
- pintor.
- Da vinci.
- Abogado.
- Futbolista.
- Escritor.
- Amante.
- Tenista.

Hay muchas otras cosas que no fui y que no soy (bandoneonista,
marinero, abogado, etc.), pero no puedo asegurar que no
vaya a serlo algún día. Nunca sabemos a dónde nos lleva la vida.
Lo que si tienes que saber es que puedo ser lo que tu esperas
para tu vida.



miércoles, 23 de julio de 2008

Nostalgia "alternativa":

TEATRO CARRERA, ADIOS A UN MITO.

“No es el fin del mundo. Es apenas el cierre de una discoteca a
la que yo solía ir tres veces por semana. Pero eso fue
hace mucho tiempo atrás”. (A long time ago, de David Byrne).
Sólo bastaba darse una vuelta por la estación de Metro República,
un viernes por la noche, para verlos: decenas de jóvenes
con vestimentas extravagantes, rostros maquillados y bolsos
tapizados de consignas musicales. República era el lugar de
encuentro por excelencia de los adolescentes alternativos de la
capital. Todos tan llamativos y reconocibles que, entre la
abundancia de diversidad, llegaban a parecerse.
La razón de tal confluencia juvenil era la “ Discoteque Alameda”.
El centro de eventos, que acogía a cientos de cuerpos danzantes
cada fin de semana, estaba ubicado justo en la esquina de calle
Concha y Toro con la Avenida Libertador Bernardo O'Higgins.
Teatro Carrera era el nombre original del histórico edificio,
pero los chicos nunca se molestaron en llamarlo por su título
comercial. Nadie sabe si por algún repentino respeto a las
tradiciones nacionales o porque referirse a “el Carrera”, en
alguna conversación, sonaba más alternativo que decir
Discoteque Alameda”.
Desde países tan distantes como Inglaterra, Alemania o
Islandia, llegaban los ritmos que creaban el submundo musical
de los adolescentes. Grupos y cantantes de apariencia ambigua
que lugares como éste hicieron renacer. Pasando por el pop
británico, la electrónica, el new wave de los años ochenta o el
punk setentero, el Carrera logró reunir a las más variadas tribus
urbanas de Santiago. Siguiendo una tradición iniciada por la
discoteca Blondie en 1993, este centro de eventos acogió a los
jóvenes rezagados de la sociedad. Se trataba de una considerable
cantidad de público en continuo proceso de experimentación, que
hasta inicios del año dos mil, tenía pocos lugares para reunirse.
El Carrera, propiedad original de la acaudalada familia Concha
Cazotte, fue construido en 1927 para convertirse en el primer
teatro de cine sonoro del país. Este objetivo, con el paso del
tiempo y la dispersión de la familia, fue olvidado, permitiendo
el usufructo del lugar como cabaret, bodega comercial y centro
de eventos. Este último uso fue el que logró adjudicarle la mala
fama que, finalmente, se convirtió en una suerte de valor
agregado para la rebeldía juvenil. Más que ir a “carretear”, ir
al Carrera era toda una protesta antisistémica. Las supuestas
violaciones, las jeringas llenas de sangre con VIH, las violentas
peleas o la droga en los tragos eran mitos que los mismos
visitantes esparcían entre sus pares. Lejos de alejar a los
clientes, la mala reputación del lugar sólo acrecentaba el
interés de los jóvenes por conocer el antro.
El Carrera abría sus puertas los viernes y sábados, y de vez en
cuando, algunos jueves y domingos. Era la única discoteca del
área que a las siete de la tarde permitía la entrada a sus
clientes, y a la medianoche, cerraba sus puertas. Si a eso
sumamos el bajo costo de la entrada (900 pesos), podemos
entender por qué atrajo principalmente a escolares. Un público
de no más de 17 años que, escapando de las prejuiciosas miradas
ajenas, iban al teatro para besarse y emborracharse sin culpas.
El acceso al Carrera era a través de una escalera que tenía salida
directa a Concha y Toro y que además hacía de entrada principal
y caja. Al frente de la pista, el escenario del teatro funcionaba
como barra y salón de baile complementario. Al costado izquierdo,
se encontraba el precario compartimiento de guardarropía, que
cobraba 200 pesos por cada prenda o bolso estrafalario. Detrás
de él y en cada extremo del piso, estaban las escaleras que
llevaban al tercer nivel. En él se encontraban los descuidados
baños y la pista de baile “gótica”, donde sólo los que llevaban
prendas negras y caras blancas podían entrar. Desde el balcón
neoclásico del tercer piso se podía observar todo lo que
pasaba en el segundo. Era el punto de encuentro de aquellos
jóvenes que luego de un buen rato de bailes y cantos, sólo
deseaban conversar o tener un poco de intimidad con sus
acompañantes.
Con el paso del tiempo el Carrera se volvió un lugar popular
dentro del circuito alternativo, llegando incluso a competir con la
Blondie, que llevaba mucho más tiempo en el negocio. Por el
aumento repentino de clientes, la cuota de ingreso subió hasta
los dos mil pesos. La fidelidad de los dueños hacia las leyes sobre
locales nocturnos aumentó de manera proporcional a ese
valor. Imprevistamente, los adolescentes se encontraron con un
cartel en la entrada que prohibía el ingreso a los menores de
18 años. El robusto guardia de seguridad de la discoteca
empezó a exigirles el carné de identidad y el horario de
funcionamiento fue asimilado al del resto de los locales
nocturnos. De vez en cuando, en un acto de generosidad,
se colaban algunos menores. Pero cuando las visitas de los
Carabineros se hicieron más frecuentes, la buena onda se esfumó.
Ante la mirada frustrada de los quinceañeros, los “adultos” subían
las escaleras del Carrera para mezclarse una vez más con
el característico olor a incienso. Las ondas sonoras traspasaban
los muros del teatro y se dejaban sentir en la calle Concha y Toro.
Los chicos no podían creer que estuvieran tocando ‘ Disco 2000'
de Pulp,
himno del pop británico , mientras ellos tiritaban de frío
en un callejón. Todo el tiempo invertido en la preparación de sus
ataviadas vestimentas había sido en vano. Les habían dicho a sus
padres que se quedarían estudiando en la casa de algún
compañero, y ahora tendrían que pasar toda la noche
vagando por el centro de Santiago.
Paulatinamente los menores de edad, que representaban la
mayoría de los clientes del local, dejaron de insistir al guardia
para que los dejara entrar. Aquellos que podían ingresar
presentando cédulas de identidad falsas terminaron
aburriéndose del nuevo y fiscalizado ambiente del lugar.
Los vecinos del tradicional barrio, que venían gestionando desde
algún tiempo la clausura de la discoteca, finalmente triunfaron.
No se sabe con certeza cuándo, ni cómo, el Carrera cerró sus
puertas. Lo cierto es que, como una especie de marca
generacional, dejó huérfanos a cientos de bailarines y
cantantes aficionados.
Porque más allá de la droga, el alcohol, o el sexo fácil, los jóvenes
iban al teatro por la libertad que les proporcionaba la música. En
Concha y Toro con Alameda cada uno se movía como se le
antojaba. Por más extraños que fueran los pasos de baile, nadie
recibía una miraba prejuiciosa. Los jóvenes cantaban en
un inglés simulado, en un castellano agresivo o en un francés
fruncido, dependiendo de la canción. Todos coreaban y
danzaban desenfrenadamente al ritmo de la música. Las
parejas de homosexuales y lesbianas eran libres de expresar su
afecto sin el reproche de ningún moralista. Tampoco nadie se
burlaba del gótico que, con 25 grados de calor, transpiraba bajo
su ropa al ritmo de Rammstein .
Para llenar el vacío que la clausura del lugar dejó en la
bohemia capitalina, sus dueños abrieron a fines del año pasado
un símil llamado Club Brandy. Como estrategia comercial, la
página web del local (ubicado en la comuna de Recoleta)
destaca su vinculación con el Teatro Carrera de antaño. Pero
los jóvenes alternativos no lograron convencerse con el proyecto.
Los más ilusos siguen esperando que vuelva la antigua
Discoteque Alameda. Otros, en cambio, prefieren mantener el
recuerdo idealizado de sus noches de carrete, sin esperanzas.
Saben que si el Carrera vuelve a abrir sus puertas, nunca será
lo que fue antes. Porque ellos ya no son lo mismos adolescentes
de ropas extrañas y rostros maquillados, o porque Santiago
tampoco es el mismo lugar. Los jóvenes alternativos han migrado
a otros sitios o simplemente han dejado de frecuentar las noches
de fiesta en el centro. Como si el verdadero Teatro Carrera
se hubiera esfumado y se hubiese llevado con él todas las
posibilidades de recrear ese ambiente ambiguo y libre de
prejuicios. Hoy, el Carrera no es más que un edificio antiguo y
descuidado, que la Municipalidad abandonó bajo el alero de
la hipócrita consigna de “Monumento Nacional”.

jueves, 26 de junio de 2008

Time!

Hemos olvidado que nuestra única meta es vivir y que vivir lo
hacemos cada día y que en todas loas horas de la jornada
alcanzamos nuestra verdadera meta si vivimos… Los días son
frutos y nuestro papel es comerlos.

lunes, 28 de abril de 2008

Un año mas...


Un año más se queda atrás, y uno nuevo llega para llenarlo de sonrisas, abrazos y momentos especiales.

Feliz cumpleaños a mi!!!